EL PANTEÓN DE AGRIPA DE ROMA

17/12/2024
David Lladó i Porta

ARQUITECTURA

El edificio del Panteón de Agripa, situado en Roma, plantea una cuestión fundamental en la historia del arte y, especialmente, en la arquitectura: ¿son las ideas conceptuales las que impulsan las innovaciones técnicas o son las posibilidades técnicas las que permiten nuevas formas de expresión? A lo largo del tiempo, la relación entre arte y técnica ha evolucionado según el contexto cultural y tecnológico de cada época.

El Panteón es una obra maestra con un objetivo simbólico claro: establecer una conexión entre el mundo terrenal y el divino a través de la representación de una esfera perfecta. Esta forma, de dimensiones colosales, se materializa gracias a una cúpula sin precedentes en la arquitectura antigua e insuperada durante siglos. Su realización fue posible mediante el desarrollo de técnicas estructurales y constructivas innovadoras, y un uso avanzado de nuevos materiales. Estas soluciones permiten que el edificio trascienda la funcionalidad y se convierta en un símbolo de armonía cósmica y de la relación entre los humanos y las divinidades celestes.

Uno de los aspectos más destacables del Panteón es el diseño estructural de su cúpula. Esta presenta una reducción progresiva del grosor de la sección, que pasa de los 6 metros en la base a solo 1,2 metros alrededor del óculo. Esta solución permite reducir el peso propio de la estructura sin comprometer la resistencia, manteniendo el equilibrio geométrico que simboliza el cielo. La cúpula, además, está coronada por un óculo central abierto, eliminando el peso, que actúa como una fuente de luz natural y simboliza el astro sol, situado en el centro del Universo.

También cabe destacar las soluciones constructivas que optimizan la densidad y la disposición de los materiales dentro del edificio. En la base se utiliza travertino, un material más pesado, mientras que en las capas superiores se emplean materiales más ligeros, como la toba y la pumita. Esta estratificación inteligente reduce las cargas en las partes altas de la estructura, asegurando su estabilidad global y reforzando su monumentalidad simbólica.

Otro avance fundamental está en los materiales, con la introducción del hormigón romano, formado por cal, agua y diversos áridos. Este material permitió crear formas y dimensiones hasta entonces inéditas. La cúpula presenta cinco filas de veintiocho casetones que, además de reducir el peso, actúan como nervios de compresión, optimizando su eficiencia estructural. Estas cinco filas, además, tienen un simbolismo claro: representan los cinco planetas conocidos en la época antigua dentro de la esfera celestial mencionada anteriormente.

Los contrafuertes integrados en las capillas de la base son otro ejemplo de innovación técnica. Estas estructuras ayudan a absorber los esfuerzos horizontales provocados por la cúpula, al mismo tiempo que definen los espacios de culto dedicados a las divinidades. Esta integración simbólica, funcional y estructural demuestra la excelente maestría arquitectónica de los romanos, que lograron un equilibrio entre ligereza, resistencia y estabilidad.

La durabilidad del Panteón, que no ha sufrido deficiencias estructurales o constructivas significativas a lo largo de los siglos, es un testimonio de la precisión técnica aplicada en su construcción. Estudios como los realizados por la Jutland Archaeological Society, o los cálculos estructurales con elementos finitos de Mark y Hutchinson (1986) y Morer y Goñi (2008), han confirmado esta resistencia al paso del tiempo.

El Panteón se constituye como una obra maestra de la arquitectura en la que se conjugan la función religiosa, la grandeza política y el simbolismo cósmico, todo ello a través de la forma, gracias a los avances técnicos y tecnológicos de la época. Esta construcción ha perdurado como un testimonio excepcional de la armonía entre arte, técnica e ideología, reflejando los valores y la visión de Roma. No obstante, sin este desarrollo arquitectónico, no se habría podido materializar la relación simbólica del Imperio romano con el universo ni la reafirmación de su poder.